El Sistema Educativo Mexicano
Edgar Alejandro Medina Torres.
IPN, México.
Si bien la educación es uno de los factores
generadores de bienestar social, desarrollo e igualdad, es por encima de
cualquier cosa uno de los valores más importantes de la humanidad. Hablar del
sistema educativo mexicano, es hablar de un tema complejo, pues en él están
involucrados no solo complicados factores sociales, caracterizados por la
integración de un amplio mosaico de grupos sociales con necesidades propias y
particulares, sino que también, este sistema se ha forjado al calor de los
diferentes movimientos sociales que se han vivido en los casi 200 años de
historia independiente. Sumando a estos factores, los necesarios y en ocasiones
(por no decir la mayor partes de la veces) incomprensibles intereses políticos
y económicos de los responsables de conducir los destinos de la educación, que
recientemente han aumentado su papel de protagónico en decremento de los
auténticos intereses de la sociedad.
Todo esto junto con las siempre abundantes
omisiones históricas y de ignorancia del autor de este texto, construyen trazo
a trazo el complejo sistema educativo mexicano que desde sus inicios ha sido
concebido como un monumental retablo barroco de estilo rococó.
Si bien el abordaje de este tema pudiera hacerse
desde muy variadas perspectivas, he decido por conveniencia intelectual y de
capacidad, el hacer un recuento histórico de cómo se ha ido construyendo el
sistema educativo mexicano dejando siempre dentro del campo de visión del culto
lector la posibilidad de encontrar un sin fin de anécdotas y hechos históricos
no recopilados en este texto y que bien pueden ayudar a entender el momento que
vive hoy en día la educación en México y sus instituciones educativas.
(Ambicioso propósito, pero posible, gracias al enriquecimiento que como
resultado de la discusión de lo relatado, tenga a bien hacer cada lector).
Educación precolombina y periodo
colonial.
El sistema educativo mexicano, tiene un
origen profundamente complejo, desde los antecedentes prehispánicos en los
cuales el Calmecac y el Tepochcalli fungían como los principales recintos de
educación “formal” de los pueblos sometidos por el régimen Mexica; cabe señalar
que este sistema no era exclusivo de estos pueblos, ya que se sabe el modelo
era compartido por casi todos los pueblos mesoamericanos.
Para los pueblos mesoamericanos era claro que
toda su población debía recibir un mínimo de instrucción, así había escuelas
para las clases altas de la sociedad y escuelas para los sectores populares.
Los principales rubros a cubrir por parte de estas sociedades incluían el
aspecto militar, religioso y productivo, dejando los estudios más avanzados y
especializados a los sectores sociales encargados de gobernar.
Durante la colonia, el sistema de educación
de los pobladores de la Nueva España, distinguía distintos tipos de educación:
- La evangelizadora: la más importante desde el punto de vista de los propósitos trazados para justificar la expedición y conquista de los nuevos territorios y es importante mencionar que idealmente estaba dirigida a todos los grupos sociales.
- Artes y oficios: en este rubro se preparaba a maestros artesanos capaces de cubrir las demandas de producción secundaria primordiales para el buen funcionamiento de las comunidades. (peleteros, talabarteros, zapateros, herreros, etc.). Cabe señalar que primordialmente este tipo de entrenamiento estaba dirigido a segmentos poblacionales medios y bajos.
- Seminarios: enfocada a la formación de clérigos, representantes de la iglesia en los nuevos territorios. Aún cuando en teoría esta comunidad estaba integrada a partir de pobladores de todos los segmentos sociales los que provenían de los sectores más ricos y políticamente influyentes accedían preferentemente a los puestos de influencia política de la iglesia.
- Universitaria: este rubro de educación estaba dirigido casi en exclusiva a los estratos altos de la sociedad novohispana y marginaba a los segmentos poblaciones más pobres.
- Femenina: Al igual que la educación universitaria, este tipo de educación estaba dirigida a las mujeres de los grupos sociales privilegiados y en términos generales fue la que menos interés tenía de parte de las autoridades y en consecuencia su desarrollo fue casi nulo.
Aun cuando la educación estaba perfectamente
dividida en los rubros necesarios para el buen funcionamiento de la sociedad
del momento, la verdad es que la mayor parte de las funciones educativas tanto
en cantidad como en importancia recaían en los diferentes grupos religiosos
presentes en la época. El papel de las autoridades responsables de vigilar los
intereses políticos y económicos de la corona española se limitaban básicamente
a avalar los esfuerzos educativos realizados por los clérigos.
En un inicio la orden Franciscana fue la
responsable de adoctrinar a los pueblos conquistados dentro de un sistema que
les permitía, por un lado aprender el español y convertirse al catolicismo, y
por otro el volverse agentes adoctrinadores; lo que hizo que el proceso de
evangelización ocurriera de manera pronta y eficiente.
Si bien, los Franciscanos fueron los
responsables de introducir el sistema educativo español, y lo adaptaron a las
necesidades del Nuevo Mundo, fueron finalmente los Jesuitas los que obtuvieron
el mayor poder político e ideológico en el periodo colonial y postcolonial.
Este periodo de influencia terminó con el establecimiento de las leyes de
reforma y la incautación de los bienes a la iglesia.
A pesar del crecimiento político y económico
de los nuevos territorios hubo rubros educativos que no se desarrollaron al
ritmo que la sociedad demandaba, como es el caso de la educación de las mujeres
y de los jóvenes de clases inferiores (desde el punto de vista económico) lo
que hizo que el poder educativo recayera principalmente en las instituciones
religiosas y que en su gran mayoría distaban de proporcionar educación
gratuita, lo que finalmente marginaba a grandes sectores de la sociedad.
Durante el periodo colonial, el sistema
educativo predominante se caracterizaba por ser un sistema rígido,
discriminativo y clasista, fundamentado en la filosofía de la religión católica
y en el cual no se contemplaba al rubro educativo como un aspecto determinante
en el desarrollo social; pues como es claro la corona española tenía a los
intereses económicos como un asunto prioritario.
La independencia y el sistema educativo
mexicano
En el periodo post independentista, el
sistema educativo no cambio significativamente, las dificultades que enfrentaba
la recién establecida nación mexicana fueron un factor definitivo en el estancamiento
al momento de proponer, establecer y desarrollar un sistema educativo nacional.
La corriente liberal que habían accedido al
poder una vez concluido el movimiento que dio independencia al país, propuso en
1833 una reforma liberal que proponía suprimir la participación de la iglesia
en la educación, propuesta que no fue bien vista por los sectores conservadores
de la población y como consecuencia esta idea se abandonó al año siguiente.
Durante este periodo la educación en México
sufrió un severo estancamiento pues el desarrollo de las instituciones
nacientes se vio relegado por los intereses político-militares emanados de los
diferentes conflictos armados que se vivieron en la segunda mitad del siglo
XIX.
El primer cambio radical que sufrió el sistema
educativo del México independiente se consolidó hasta 1867 cuando se promulgó
la Ley Orgánica de Instrucción Pública, durante los inicios del gobierno de
Benito Juárez. Los aspectos a destacar de esta ley se enlistan a continuación:
Se otorgó el carácter de gratuidad y
obligatoriedad a la educación primaria (lo cual abrió por primera vez la
educación a los sectores más pobres de la población)
Se creó la Escuela de Estudios Preparatorios
(institución educativa fundamentada en la corriente positivista), la cual tiene
como encomienda el dotar de una base homogénea de conocimientos a los
aspirantes a la educación profesional.
En resumen, esta ley fue la primera propuesta
unificadora de la educación, concebido en el nuevo gobierno liberal, excluyendo
a la religión de los planes de estudio y otorgando el carácter de laica a la
educación ofertada por las instituciones oficiales; sin embargo las bondades de
esta ley solo aplicaban en lo que refería a los territorios considerados
federales incluyendo la capital del país, pero esta primera ley tuvo un gran
impacto al momento de redactar las correspondientes leyes de educación en los
diferentes estados de la República Mexicana.
A partir de la ley de 1867 en materia de
educación, la infraestructura educativa contó con 4 570 escuelas en 1870,
contrastando con las 2 424 que existían en 1857. Sin embargo el reto educativo
seguía caminos sinuosos, ya que según estadísticas solamente el 19,4% de la
población infantil asistía a alguna escuela.
Durante el porfiriato, el sistema educativo
mexicano sufrió los embates de un gobierno centralista, el cual restaba
capacidad de desarrollo a las instituciones educativas estatales por falta de
financiamiento y la ausencia de una política nacional que fomentara el crecimiento
y consolidación de un sistema auténticamente nacional.
Durante la gestión de Joaquín Baranda como
Ministro de Justicia e Instrucción Pública se logró consolidar un proyecto
“nacional”, el cual estableció la creación de cuatro escuelas normales que se
sumaron a cuatro ya existentes y que se ubicaban en diferentes estados del
país; destacando la Escuela Normal Nacional que desde sus inicios tuvo la
facultad exclusiva de otorgar títulos para la enseñanza. Si bien durante este
periodo hubo un evidente crecimiento y mejoramiento del sistema educativo
“nacional”, el desarrollo del mismo en un gobierno centralista y la poca
penetración de las modificaciones en los estados, contribuyó muy poco a dar el
carácter auténticamente nacional a los programas desarrollados, pues como en el
caso de la ley liberal de educación de 1867 solo aplicó en los territorio
federales y la capital de país. Con este hecho, se beneficia nuevamente a solo
un sector de la población, diezmando la capacidad de desarrollo de los estados
y se ignora nuevamente a la educación como un factor desencadenante de
desarrollo e igualdad social (aunque es importante señalar que ese no era uno
de los objetivos que se había trazado el gobierno de Porfirio Díaz).
Con la llegada de Justo Sierra a la
Subsecretaria de Instrucción Pública se plantea la necesidad reorganizar a las
instituciones existentes y crear nuevas, con la idea de unificar el sistema
educativo y expandirlo a todos los sectores de la sociedad y elevar el nivel
escolar de la población mexicana. Como resultado de esta ardua labor Sierra
crea la Secretaria de Instrucción Pública y Bellas Artes en 1905 y la
Universidad Nacional en 1910. Para Justo Sierra la Universidad le correspondía
“la educación nacional en sus medios superiores e ideales, logrando la
incorporación del conocimiento universal a las necesidades nacional y con una
visión nacionalista”.
A pesar de las contribuciones de Sierra y
Baranda en el periodo de gobierno de Porfirio Díaz y sumadas a las de otros
intelectuales mexicanos como el caso de Enrique Rébsamen, Ignacio Manuel
Altamirano, Ezequiel A. Chávez y José Vasconcelos el sistema de educación
nacional sufrió un nuevo periodo de estancamiento, pues se dejó dela lado la
educación básica y se privilegió a la educación universitaria, sin que esto se
reflejara en beneficios para los sectores más pobres de la sociedad.
Durante el gobierno de Díaz, la escolaridad
de la población fue cercana al 3% anual, y el porcentaje de escolaridad entre
la población de 5 a 15 años fue del 23% al hacer la relación población y
matricula; como consecuencia de lo mismo las poblaciones urbanas y semiurbanas
fueron las principales beneficiadas por el sistema de educación básica mediante
la instalación de nuevos planteles en las principales ciudades, dejando
completamente olvidado a los habitantes del campo. Durante este periodo se hizo
evidente el desproporcional apoyo otorgado a la educación universitaria dejando
de lado el sistema básico.
La revolución armada y las nuevas
responsabilidades educativas.
Durante el movimiento de revolución la
educación en el país sufrió un escaso desarrollo como proyecto nacional y el
impulso institucional vino principalmente de parte de los gobiernos estatales;
sin embargo al finalizar este periodo en el congreso constituyente de 1917 se
dio un paso importante en la consolidación del sistema educativo mexicano
otorgando el grado constitucional al precepto laico, gratuito y obligatorio de
la educación, de la misma manera se dan mayores facultades a los estados obligándolos
a supervisar las escuelas primarias oficiales y privadas y se prohibió a la
iglesia dirigir escuela de educación básica.
El gran error de este congreso constituyente
fue el haber suprimido a la Secretaria de Instrucción Pública y Bellas Artes,
sin asegurar el pleno funcionamiento de los órganos de supervisión educativa de
los estados los cuales en muchos casos tuvieron que dejar de operar por falta
de recursos financieros y humanos.
Este hecho se revertió afortunadamente con la
creación de la Secretaria de Educación Pública (SEP) por José Vasconcelos,
quien tenía la firme convicción de unificar criterios de educación y utilizar a
la misma para unificar a la población del país, aceptando que su población
estaba integrada por un vasto complejo cultural, social e ideológico.
Durante este periodo se establecieron
bibliotecas comunitarias y escuelas rurales, se editaron libros de texto
gratuitos, se otorgaron desayunos gratuitos y se impulsaron programas de
alfabetización de la población; siendo la principal contribución de Vasconcelos
el trabajo educativo en el campo mexicano.
Con la consolidación de la Universidad
Nacional como la única institución que agrupaba a diversas escuelas y colegios
de educación superior y sus subsecuentes transformaciones (desde el punto de
vista administrativo) permitió que la Universidad Nacional obtuviera la
autonomía administrativa y financiera para el pleno desarrollo de su
actividades académicas y culturales, y los logros de la Universidad permitieron
que se iniciara un proceso de expansión de la educación superior en todo el
país inspirados este modelo.
Así se crearon once universidades entre 1917
y 1948, cinco escuelas técnicas superiores y cerca de treinta escuelas técnicas
industriales y de nivel medio superior entre 1916 y 1931; estas últimas
sirvieron de base para la creación del Instituto Politécnico Nacional durante
el sexenio de Lázaro Cárdenas, mismo gobierno que obligó a las escuelas
particulares mediante modificaciones constitucionales a seguir los programas educativos
de la SEP.
Durante este mismo periodo, se impulsó a la
educación a todos niveles ampliando la oferta educativa a todos los sectores de
la población incluyendo a los trabajadores urbanos y rurales, creando centros
de educación vinculados a los sectores productivos y alentando la educación
técnica, otorgando becas, creando centro de educación tecnológica y comedores,
estableciendo centros de educación vocacional de nivel medio superior.
De igual forma se dio un fuerte impulso al
sistema educativo rural e indígena (sector de la población históricamente
olvidado) creando centros de educación indígena, y fomentando la creación de
escuelas regionales campesinas para la formar de profesores que cubrieran la
demanda de ese sector educativo; también se crearon instituciones como el
Instituto de Antropología e Historia y el Colegio de México.
En definitiva este es el periodo de
consolidación del sistema educativo mexicano, por primera vez en la historia se
puede observar un crecimiento constante de la matricula y de la escolaridad,
aumentando el número de escuelas creadas y la planta docente a todos los
niveles.
El sistema educativo mexicano
contemporáneo (o donde perdimos el rumbo).
Históricamente han existido diversas
situaciones políticas, ideológicas, sociales, culturales, militares y
financieras que han dificultado el establecimiento de un sistema educativo
auténticamente nacional y hoy en día contamos con uno de los sistemas
educativos mas debilitados en la historia moderna.
Si bien con la implementación de los ideales
revolucionarios se enriqueció el quehacer de las instituciones educativas
mexicanas al ampliar el campo de acción de las mismas, en los últimos 40 años
el sistema educativo se ha tornado como la encomienda provisional de políticos
que ante la falta de una mejor posición dentro del gabinete del presidente en
turno, reciben como premio a sus servicios patrióticos y encomiable lealtad, el
puesto de secretario de educación volviéndolo poderoso bastión de funcionarios
incompetentes y corruptos.
Hay que recordar algunos de los nombres de
los más “recientes” secretarios de educación, ahondar un poco en sus
trayectorias y compararlos con las biografías y trayectorias de aquellos que
construyeron y consolidaron el primer modelo educativo mexicano exitoso; y
encontraremos que los vacios personales de políticos como Miguel González
Avelar, Manuel Bartlett Díaz, Ernesto Zedillo, Fernando Solana, José Ángel
Pescador, Fausto Alzati, Miguel Limón Rojas, Reyes Taméz Guerra, Josefina
Vázquez Mota y el recientemente nombrado Alonso Lujambio han generado y están
gestando (esto ultimo por Lujambio) grandes vacios institucionales por ser
personas que distan de poseer la trayectoria y la preparación que requiere el
responsable de las políticas educativas de un país.
El cáncer (y aplica pues se trata de un mal
que se genero focalmente en el seno de un sistema y terminó por hacer
metástasis) de nuestro sistema educativo radica en algunos puntos como entregar
el cargo de secretario de educación a gente políticamente incompententes y con
una clara incapacidad para desmantelar el oprobioso y empobrecedor sistema de
relación institucional entre la SEP y el SNTE que solo permite adquirir poder
político a razón de 60 millones de dólares anuales por cuotas sindicales, con
influencia para crear un partido político (Nueva Alianza)para atar de manos a
presidentes y dirigentes de otros partidos (ya no digamos secretarios de
educación), para designar (fuera de cámaras) a directores de la lotería
nacional (que ahora son investigados por ser sospechosos de cometer algunos
delitos) y del ISSSTE entre otras cosas.
El favorecer el sistema clientelar para la
asignación de plazas docentes, los malos salarios de profesores, el establecer
la eficiencia terminal como un parámetro de éxito del trabajo educativo sin
importar el aprovechamiento de los alumnos, la disminución constante en
inversión del gobierno federal en educación e infraestructura educativa (para
incremento y mantenimiento de la misma), la falta de calidad en contenido de
libros de texto, la supresión o disminución de horas clase de algunas materias
de algunos grados de los niveles de educación básica (temporalmente o
actualmente vigentes) como civismo, física, matemáticas, biología, química, la
intervención de organismos calificadores particulares con cuestionados
criterios de evaluación de la educación (CENEVAL), la constantes campañas de
desprestigio en contra de la educación pública de nivel medio superior y
superior y la existencia de un modelo económico administrativo que se encarga
de otorgar los apoyos económicos y dádivas salariales a los investigadores del
país y a sus proyectos (y sin mencionar a sus estudiantes de posgrado) han
terminado sofocar la confianza y desarrollo no solo de los rubros educativos
del país y también la generación de conocimiento, y recursos humanos altamente
calificados que permitan desarrollar ciencia de calidad y en grandes cantidades
y por supuesto tenemos como consecuencia el pobre desarrollo de tecnología
propia.
Esto es consecuencia de los dos grandes
cacicazgos consecutivos al interior del SNTE, Carlos Jonguitud Barrios
(1974-1989) y Elba Esther Gordillo (1989-¿?) y sumados a la ineptitud de los
secretarios de educación pública (sé que es reiterativo pero no es personal),
han terminado por anquilosar un sistema que debe ser dinámico, propositivo,
conciliador; retomando y reencauzando los ideales educativos de los pensadores,
intelectuales y profesores que han participado en diferentes etapas en la
construcción de una institución y su infraestructura que tiene como
responsabilidad el dirigir las políticas educativas sin que estén de por medio
el interés particular de líderes y políticos que se sujetan a lo económico y el
poder. Los intereses políticos han impuesto al sistema de educación directrices
concebidas en organismos internacionales que fundamentan sus criterios
educativos en modelos económicos y políticos que distan de la realidad
mexicana, y que hoy en día por los sucesos que acontecen dichos modelos se
encuentran en una profunda crisis.
Como hoy sabemos, en
las últimas décadas la generación de conocimiento se ha revolucionado, el
surgimiento de nuevas necesidades como resultado de los avances tecnológicos,
lo que obliga a tener un sistema educativo integrado por instituciones, autoridades
y recursos humanos dinámicos que asuman sus obligaciones lejos de los intereses
de particulares y de sindicatos, y que vean la realidad de una sociedad y
gobierno sumidos en un proceso de globalización donde la demanda educativa se
incrementa que invite y motive la inversión en infraestructura, acerque
nuevamente a educadores, pedagogos, intelectuales, al rediseño y construcción
de nuevas directrices educativas.